Un hombre de 29 años identificado como Oscar Walter Cejas fue condenado este viernes a prisión perpetua como autor del femicidio de Katherine Macarena Quinteros cometido en febrero del 2018 en la ciudad de Rufino. La sentencia fue impuesta por unanimidad por el tribunal integrado por los jueces Eduardo Bianchini (presidente), Paula Borrello y Benjamín Révori, en el marco de un juicio oral y público que finalizó esta jornada en los tribunales de Venado Tuerto.
Cejas fue condenado por la autoría del delito de homicidio agravado (por el vínculo y por ser perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género). Los magistrados lo condenaron por la misma calificación penal que se le atribuye en la acusación e impusieron el monto de la pena que había sido solicitada en los alegatos. Si bien la estrategia defensiva fue intentar plantear circunstancias extraordinarias de atenuación en el accionar de Cejas, el tribunal descartó estos argumentos.
Los funcionarios del Ministerio Público de la Acusación (MPA) aseguraron que de ninguna manera “puede entenderse que presuntas conductas de la víctima podrían atenuar la pena para el condenado” y que en el debate “quedó claramente acreditado el femicidio como tal y la violencia de género preexistente que venía sufriendo Quinteros”.
El miércoles 14 de febrero pasadas las 23, Walter Cejas ingresó en la casa donde Katherine Quinteros vivía con sus dos hijas mellizas y sin mediar palabra la atacó con un cuchillo frente a las pequeñas de dos años y su hermano de ocho. Le causó tres heridas: una el antebrazo izquierdo cerca del hombro, otra en la espalda y la tercera -la letal-, en el corazón.
La chica de 18 años, resistió hasta la llegada de la ambulancia, para fallecer minutos más tarde camino al hospital. Había perdido más de cuatro litros de sangre. “Cati” como le decía su familia, murió porque no quería amar a Walter.
El femicida de Rufino se dio a la fuga. Corrió 150 metros por la tierra de calle Carlos Gardel y al llegar al terraplén que marca el fin de la ciudad, giró hacia la izquierda y encaró a la Ruta Nacional Nº 7. En el camino fue interceptado por uno de los cuatro hermanos varones de Katherine, quien se bajó de su moto y a fierrazos quiso reducirlo. Cejas volvió a sacar su cuchillo y lo atacó. Su captor se asustó, agarró la moto y volvió a donde estaba su hermana.
La casa de Katherine estaba al lado de la de sus padres, el tucumano Francisco Quinteros y la entrerriana Mónica Ortiz, ambos de 45 años. Los separaba un tejido de alambre. Él es albañil, ella empleada de limpieza y entre otras patronas, tuvo a la tía de Chiara Páez. La mujer tuvo que dejar todo para dedicarse a la crianza de Lucía y Valentina, las dos pequeñas.
Antes del final, la joven ya había pasado por situaciones de violencia de género: quemaduras de cigarrillo y de agua hirviendo en el cuerpo o golpes de puño. Su ex suegra le pegaba incluso. Cejas era una persona violenta, que además por su trabajo en el campo resultó un hábil manipulador de cuchillos.
Hasta hubo un confuso episodio donde el hoy detenido se enfrentó a su ex suegro, provocándole cortes con un cuchillo en el brazo izquierdo. Por esa razón, se dictó una medida judicial para que no pudiera acercarse a la casa de sus suegros o a la de su ex pareja.
Cejas nunca asimiló la ruptura con Katherine. El despecho y la bronca, se mezclaron peligrosamente con lo que él entendía que era amor. Un amor “mortal”. Pero nunca se hizo cargo de que Katherine no lo amaba. Fue directamente a matarla. Y no cabe otra teoría que pueda usar la defensa del asesino.