Nuestro peso corporal es el resultado de dos variables: lo que comemos menos lo que gastamos.
Es real que las dietas que son tendencia ofrecen soluciones fáciles a problemas complejos. El problema es que no funcionan a largo plazo, y la razón es que tienden a reducir significativamente las calorías o grupos de alimentos completos, por lo que las personas comen menos calorías o porciones limitadas de ciertos alimentos.
Nuestro peso corporal es el resultado de dos variables: lo que comemos menos lo que gastamos.
Lo que consumimos se ajusta a dos pautas: qué comemos y cuánto comemos.
Por su parte lo que gastamos se regula a través del metabolismo basal y el ejercicio físico.
Entendido ésto se comprende que personas sanas que poseen un peso en continuo aumento seguramente están comiendo mucho, mal y haciendo escaso, nulo o inadecuado ejercicio físico.
Tratándose de personas saludables descartaremos un problema en el metabolismo basal, el cual de existir sería fácilmente detectado por el médico de cabecera.
Si de bajar de peso hablamos y siempre en personas sanas, esto solo va a producirse a través del déficit calórico. El déficit calórico es un estado en el que se ingieren menos calorías de las que se gastan. De ese modo, se reduce el peso corporal.
El déficit calórico está asociado a la nutrición, es decir, a la ingesta de calorías, y al ejercicio físico, que elimina esas calorías.
Si gastamos más calorías de las que ingerimos siempre se producirá una pérdida de peso. Con alimentos nutritivos, una dieta equilibrada y un extra de deporte es relativamente fácil conseguirlo. Son necesarios además tiempo, constancia, paciencia y en algunos casos orientación y seguimiento médico.
Hasta acá la teoría, solo resta llevarla a la práctica de forma de que este déficit calórico no genere efectos colaterales y secundarios en el individuo previamente.
Vamos con un paralelismo: si les duele la cabeza estarán deseosos de un analgésico. Ahora bien, ¿qué me dirían si ese calmante les aliviase la cefalea por unos meses pero en paralelo les causase dolor abdominal, malestar general, calambres musculares y cambios en el estado de ánimo? Peor aún al dejar el analgésico la cabeza les doliese aún más que antes.
Algo parecido sucede con todas estas dietas de moda. No importa lo que prometan, cómo, ni quienes las promocionen. Tampoco si se llaman keto, ceto, zona, ortomolecular, ayunos, luna, astronauta y la lista es casi infinita…todas causan lo mismo: déficit calórico.
Pero Marcelo ¿la gente baja de peso al final?. ¿A dónde está el problema? Con ese criterio también se puede llegar de Santa Fe a Paraná en 15 minutos, pisando el acelerador del auto a 180 kilómetros por hora. ¿Se puede? Si. Ahora convengamos que eso está mal.
Volviendo a las dietas de moda que algo sea posible desde el punto de vista médico no necesariamente lo vuelve recomendable, legal, moral, ético o inocuo.
Vamos entonces a pasar de la teoría, déficit calórico, a la práctica médica recomendada.
Actualmente el método más seguro, confiable y versátil para lograr y mantener un peso saludable es la Dieta Mediterránea, recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
De ésta forma vamos a provocar el déficit calórico, necesario para el descenso de peso, en base a una alimentación balanceada, saludable, natural, fácil y rápida de elaborar , suficiente en calidad y en cantidad, apta para todos los integrantes de la familia, versátil y adaptable a cualquier requerimiento médico. A esto lo vamos a acompañar con el ejercicio físico adecuado.
Resultado: descenso de peso a través de un déficit calórico seguro, sostenible en el tiempo y sin efectos adversos para tu salud.
Estimados amigos se puede lograr un peso saludable sin poner en riesgo vuestra salud y bienestar. ¿La fórmula?: la Dieta Mediterránea.
(*) Médico con dedicación a Nutrición. M.P. Nº 3522.
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