César Farías tiene 43 años pero parece mentira que en tan poco tiempo de vida haya tenido un recorrido tan grande e importante en el fútbol. Es director técnico, estuvo muy cerca de hacerse cargo de la selección de Panamá (allí fue el “Tolo” Gallegos), pero es el propietario del Zulia de Venezuela, club que compró en 2014.
Dirigió a las selecciones de Venezuela y Bolivia, pero tiene una vasta trayectoria como entrenador de equipos, arrancando por Nueva Cádiz de Venezuela en 1996, o sea cuando sólo tenía 20 años. De allí en más, dirigió varios equipos de su país, de México, de Bolivia, Paraguay y también de la India. Alguna vez se enemistó con Claudio Borghi y es muy interesante lo que dice respecto de esta nueva “aventura” de haberse hecho cargo de un equipo desde el rol de propietario y ya no como entrenador. Es un trotamundos (vive en Estados Unidos pero recorre paises de manera permanente) y fue entrevistado en La Primera de Sol.
—¿Cómo fue esa invitación a comprar un equipo como el Zulia, César?
—Cuando el equipo se iba al descenso nos pidieron que lo compráramos y lo salváramos. Al segundo semestre lo metimos en Liguilla, luego campeón del torneo y nos metimos en la Libertadores, que fue nuestro debut internacional. Esa vez le ganamos a Nacional en Montevideo y jugamos contra Lanús. Luego volvimos a ser campeones de Venezuela y clasificamos a la Sudamericana. Todo esto lo hicimos en cuatro años y medio. Exportamos jugadores a Italia, Chile y a Estados Unidos. Hemos salvado la inversión, crecimos en infraestructura y todo esto dentro de una ciudad que vive su crisis más patética de toda la historia.
—Sabemos cómo está Venezuela, pero, ¿cómo está Maracaibo, el lugar de asentamiento del Zulia?
—Sin luz, con largas colas para cargar nafta y eso que es una ciudad muy rica en petróleo. Pero como siempre digo, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Todo va a cambiar.
—Colón va a llegar, seguramente, a un hotel cinco estrellas y no va a tener problemas como no lo tuvo Sporting Cristal. Tampoco lo tendrán en el viaje, porque lo harán por Panamá y luego tienen un vuelo de una hora y cuarto a Maracaibo. Se toman medidas de precaución muy grandes desde el punto de vista militar y los equipos están bien protegidos.
—Volvamos a eso de haber comprado un club. ¿Por qué lo hizo?
—Yo vivo en Estados Unidos y creo en el sistema de franquicias y en el bussines sport. Sudamérica ha estado carente de organización. Hoy hay carreras universitarias que preparan a la gente para administrar el deporte, pero en Sudamérica se dirige por pasión. Nunca se ha visto el club como una empresa, con un clima organizacional que permita tener una estabilidad económica. Como está ahora, hay corrupción. Pero de esta otra forma no, porque, pregunto: ¿cómo hago para robarme yo mismo?... ¿Se entiende?
—Se entiende. Y ahora la pregunta es: ¿se venden los clubes que están mal?
—Mirá, hay que imitar lo que se hace en el fútbol americano en Estados Unidos, donde hay un sistema compartido de ganancias, los grandes venden su merchandising y esa ganancia es repartida. Me preguntarás: ¿Cuál es la intención de vender lo que me pertenece por tratarse de mi nombre, mi marca y mis simpatizantes?. Porque el objetivo es crecer, pero que crezcan todos, no yo solo. Ellos no entienden un sistema en el que unos pocos sean cada vez más grandes y la mayoría sea cada vez más chicos. Ellos buscan que todos compitan en igualdad de condiciones. Es un torneo corto, pero terriblemente apasionante.
—¿Por qué existe la corrupción en las distintas federaciones?
—Porque los dirigentes manejan mucho dinero y el dirigente no cobra, va al club ad-honorem. Eso es por ley nacional, por ley del deporte, que los obliga a estar gratis en el club. Eso genera una apología del delito. Allí es donde empieza todo.
—¿Qué necesario es que el que compre sea hincha de club?
—Más que hincha, debe ser capaz. Lo otro es un valor agregado. Allí entra a tallar el amor propio, el mayor cuidado. En cualquier trabajo uno debe tener sentido de pertenencia. Se invierte tiempo, dinero y para eso es necesario tener pasión. A mi me tocó dirigir equipos que tienen más de cien años como The Strongest y Cerro Porteño. Y siempre les decía a los dirigentes, de lo bueno que sería aprovechar toda esa pasión. Mirá, en Los Angeles hay un equipo que tiene un año y medio, llenan el estadio, juegan bien al fútbol y la pregunta es: ¿cómo puede ser que lo hicieron en un año y medio y hay clubes que no lo pueden hacer en más de cien años?.
—Usted ha sido uno de los responsables del crecimiento del fútbol venezolano y dirigió casi 100 partidos a la selección. ¿Cómo se hizo?, ¿qué proyectaron?
—Nosotros montamos una organización en la Federación a 10 años para ser campeones del mundo en juveniles. El proceso va muy bien. Se empezó con la Liga Nacional sub 12 y así, cada dos años, hasta la sub 20. Tanto en Primera como en Segunda se convirtió en una obligación que, en los clubes, estén jugando juveniles. En Primera había 40 juveniles todos los fines de semana en cancha. Muchos de ellos debutando a los 16 años. Y así, cuando llegan al Sudamericano sub 20, ya tienen 80 partidos en primera. Además, se organizaron 135 días por año de trabajo en las juveniles. Teníamos un gran maestro que se llamaba Lino Alonso, fue mi mentor y luego mi compañero de trabajo. Se me murió en mis brazos. El me decía que entre 80 y 90 días era lo mínimo e hicimos un programa para 135. Jugamos entre 40 o 50 partidos por año. Todo eso hizo que el fútbol se masificara, que se formaran entrenadores. Ese fue, a grandes rasgos, el proyecto.
—Tenemos varios cupos para jugar Sudamericana y Libertadores. Eso permite que haciendo las cosas medianamente bien, se consiga un cupo internacional. Organizamos el torneo con el formato del fútbol mexicano, es decir con una Liguilla final con los mejores. Así conseguimos que una cadena internacional como Gol TV televise el fútbol venezolano. Eso permitió que se muestre más nuestro producto, sumado a que los cupos internacionales permitieron que clubes como el Zulia, que estaba muy mal, en poquito tiempo juegue una Libertadores.