Leónidas Gambartes, nacido el 13 de febrero de 1909, se destacó por su exploración del paisaje litoraleño y la vida cotidiana de sus habitantes. Desde su temprano interés por la fotografía hasta su incursión en la pintura, su obra es un reflejo de la identidad de Rosario y sus alrededores.
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Integrante del grupo Refugio y cofundador del Grupo Litoral, se alejó de las fórmulas académicas para desarrollar un lenguaje propio que combinó mitos y leyendas con una innovadora técnica de cromo al yeso.
Su producción, caracterizada por tonos ocres y azules, adquirió un matiz arcaico y evocador, que se verifica en piezas como “Maternidad en gris” y “Personajes”, donde retrató escenas de la vida cotidiana con una fuerte impronta social.
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A lo largo de su trayectoria, Gambartes expuso en Rosario, Santa Fe, Buenos Aires y en reconocidos escenarios internacionales, como las bienales de Venecia y San Pablo. Su talento fue distinguido con premios: la Medalla de Plata en la Bienal de Venecia de 1956 y en la Exposición Internacional de Bruselas de 1958.
El más “americanista”
“Gambartes elaboró una vasta iconografía de un litoral en el que viven, como enumeró Taverna Irigoyen, ‘las conjuradoras, las promesantes, los payés, figuras mimetizadas con el paisaje, las yuyeras, los nocturnos agoreros, los conjuros mágicos, las gualicheras, los hechizados, las mitoformas, las maternidades, ciertos mapas telúricos, las tiradoras de cartas, las poseídas, figuras elementales y toda una larga e inefable serie de morfologías antropo-zoomórficas’”, escribió Roberto Amigo.
Museo Rosa Galisteo de Rodríguez
Guillermo Fantoni, a su vez, escribió en La Capital que Gambartes, estaba “dotado de una aguda sensibilidad social alimentada por el pensamiento de izquierda y de un bagaje cultural que abrevaba, por ejemplo, en la lectura de textos literarios y el ejercicio de la poesía y en la familiaridad con tendencias estéticas como el realismo mágico alemán y el surrealismo francés”.
Desde ese punto de vista, sigue Fantoni, Gambartes realizó entre los 30 y los 40 “una extensa saga de paisajes del suburbio sumidos en la quietud y silencio; paisajes cuyas manifestaciones más conocidas son la tinta ‘Confidencia’ y la acuarela ‘Lunes’”.
Museo Castagnino Macro
Ignacio Gutiérrez Zaldívar en Ámbito sostiene Gambartes fue quizás el artista más ‘americanista’ de nuestro arte; junto con el recordado Gramajo Gutiérrez.
“Fue un hombre que no miró a Europa, miró a América, miró las raíces, y creó su propia técnica, quizás derivada de sus graves problemas visuales, trabajadas sobre una base de yeso que él mismo tituló ‘cromo al yeso’, y donde, como si fuera un trabajador de murales, iba poniendo anilinas y témperas, que luego cuando secaban adquirían un color particular”, señaló Gutiérrez Zaldívar.
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Fabián Lebenglik en Página 12, apuntó que “la tierra –junto con los personajes, figuras y formas que adquieren por contagio telúrico el color de esa misma tierra– funciona como idea pero también como materia de la obra de Gambartes”.
“La tierra -cultural y arquelógicamente localizada en su obra: aquí, en América-, no sólo es un dato visual, sino también táctil y, casi, olfativo”, agregó.
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Un homenaje en el Rosa Galisteo
En la ciudad de Santa Fe, la obra de Gambartes fue muy admirada. Cabe recordar que, en abril de 1967, quedó habilitada en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez una muestra compuesta de ciento noventa y seis obras del artista rosarino, a modo de homenaje.
Archivo El Litoral
El crítico Jorge M. Taverna Irigoyen, realizó “un prolijo estudio del pintor recordado, del fenómeno Gambartes, a partir de su origen en una barriada rosarina donde se desarrolló su infancia entre los aprendizajes del baldío, el campo desandado entre luces malas y la evocación sugerente del padre”, según indicó El Litoral en su edición del 16 de abril de 1967.
Habló de las iniciales inquietudes artísticas a los 18 años; el primer taller junto a los amigos, el ejemplo de Berni, la serie de paisajes ciudadanos y el conjunto de témperas que, con el nombre común de “Serie de cartones del humorismo”, plasmó el artista entre 1939 y 1942.
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“En medio del belicismo incomprensible de la segunda conflagración mundial -dijo Taverna-, Gambartes -como una rebelión, como una pregunta angustiada, ácida, doliente- daba cuerpo a la ironía, a la sátira alrededor de la sociedad de los hombres. Hombres que no termina de comprender y que campean en su áspero humorismo”.
Dijo más adelante Taverna que, de 1942 a 1944, con la serie de “Dibujos oníricos”, de “morosa técnica, de líneas que comportan un laberinto delicioso recorrido entre monstruos, flores y faunas de imaginería, toma vigencia principal la visión del mundo por Gambartes”.
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“Un repertorio expresivo con raíz autóctona, al servicio de una unidad telúrico-indigenista, que no habían logrado antes que él otros artistas, exceptuando a Pedro Figari, a Gertrudis Chale o cierto rostro de Ramón Gómez Cornet”, afirmó.
El disertante comentó luego que Gambartes, “para dar cuerpo plástico a la América interpretada no sólo como accidente geográfico, sino humano, no se encierra en las formas, pues, lo que más lo conmueve es inscribir las huellas del proceso que le ha dado origen.
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Más adelante, estableció puntos de contacto con ciertas épocas de Picasso y Tamayo y concluyó que Gambartes fue un gran pintor testimonial. Que tuvo fe “en los poderes del pasado, en las secuencias arqueológicas, en los terrores y las fantasías de la tierra”.
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