La historia de "Sol ardiente de junio": de obra olvidada a tesoro artístico
El pintor inglés Frederic Leighton creó su pintura más famosa en 1895. Quedó olvidada por muchos años, hasta que resurgió para convertirse en una referencia en la historia del arte.
Fragmento de “Sol ardiente de junio”, obra de Leighton. Foto: Museo de Arte de Ponce
El 25 de enero de 1896 murió Frederic Leighton, uno de los pintores más destacados del periodo victoriano, una época de expansión industrial, progreso científico y consolidación del Imperio Británico. Según Laura Prieto Fernández, “es una de las figuras más destacadas de la escuela inglesa, a menudo sus obras se han incluido en el grupo de los Prerrafaelistas por su estilo clásico y el dominio de la línea”.
Hay consenso respecto a que su obra maestra es “Sol ardiente de junio” (“Flaming June”), que pintó sobre el final de su vida, todavía atrae a los amantes del arte de todo el mundo por su belleza, por su perfección técnica y por su insólita historia. A tal punto que Paul Weller le rindió homenaje en su álbum Stanley Road, y la actriz Jessica Chastain apareció, en 2013, en la portada de la revista Vogue aludiendo a la mítica obra.
Museo de Arte de Ponce
Creada en el año 1895, esta pintura al óleo sobre lienzo representa a una mujer que duerme en un entorno idílico, con el mar Mediterráneo a sus espaldas. Vestida con un llamativo vestido naranja, la figura femenina está acurrucada en un sillón. La composición sobresale por su armonía cromática y el cuidado en los detalles, las texturas del tejido y la suavidad de la piel.
Ianko López sostiene que “el color, la caída y los pliegues de la prenda parecen convertir a su portadora en una gran llamarada viviente, en una antorcha humana que encarna todo el ardor de la canícula frente al mar Mediterráneo”.
Archivo
“Sol ardiente de junio” es un ejemplo del estilo clasicista que tuvo gran parte de la producción de Leighton. El uso del color naranja refleja la calidez de un día soleado, pero también es un símbolo de la pasión y la vida. Ana María Brandolini sostiene que “es una obra atípica en la carrera de Leighton empezando por su título, no presenta connotaciones literarias o mitológicas sino que alude a una estación y un clima concreto, como si hubiera querido enfatizar una sensación general de luz y color”.
Lo efímero y lo eterno
Algunos críticos interpretan la figura dormida como una representación de la vulnerabilidad y la mortalidad, mientras que el entorno natural sugiere un vínculo con lo eterno. El adormecimiento también fue visto como alegoría del sueño eterno o la muerte, especialmente si se considera el contexto de finales del siglo XIX, cuando la tuberculosis y otras enfermedades eran comunes y muchas veces mortales.
Collection of Mr and Mrs Henry Keswick
Según Laura Cabrera Guerrero: “lo más seguro es que se inspirara en Miguel Ángel y una de sus figuras realizadas para la tumba de Giuliano de Medici, con la alegoría de la Noche en una postura muy similar”.
Un renacimiento inesperado
Lo curioso es que “Sol ardiente de junio” estuvo olvidada durante décadas. En los años 60, la pintura fue redescubierta y adquirida por el Museo de Arte de Ponce en Puerto Rico, donde permanece hasta hoy. De hecho, según los datos que constan en la página del mencionado espacio cultural, “en el arte victoriano, la mujer dormida es un motivo recurrente que alude al inconsciente y la evasión de la realidad. Aquí, el impenetrable mundo interior de la durmiente le sirve como defensa ante la mirada voyeurista del espectador”.
Galería de Arte de Nueva Gales del Sur
En un mundo acelerado, “Sol ardiente de junio” alude a la quietud, la introspección y remarca el poder del arte para conectar lo humano con lo sublime.
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