Mauro Conforti es músico, productor y compositor. En 2008 arrancó su propio proyecto bajo el nombre de Mauro Conforti y la Vida Marciana, asentado en una variedad de géneros, desde el pop y el rock hasta la electrónica y la música de autor.
El músico, que abrió en enero el show de Fito Páez en México, presentó la conclusión de su saga musical inspirada en las estaciones del año. Y habla sobre su universo sonoro.
Mauro Conforti es músico, productor y compositor. En 2008 arrancó su propio proyecto bajo el nombre de Mauro Conforti y la Vida Marciana, asentado en una variedad de géneros, desde el pop y el rock hasta la electrónica y la música de autor.
El artista comenzó el año con una gira por escenarios de México. En ese marco, abrió el show de Fito Páez en el Auditorio Nacional, en el marco de la celebración de los 30 años de "El amor después del amor".
Además, en el comienzo de 2025, Conforti presentó la edición final de su saga de discos "Esplendor", obra inspirada en las cuatro estaciones del año que fue avanzando desde el año 2021 a través de varios EPs.
El propio artista aseguró que el trabajo es "una bitácora sonora de los cambios vertiginosos que el mundo ha atravesado en los últimos años". Sobre eso y otros aspectos de su labor musical, dialogó con este El Litoral.
-Si “Esplendor” es una bitácora sonora de los últimos años, ¿cuál fue el momento más caótico que viviste en su creación y cómo se traduce eso en la música del disco?
-Sin lugar a dudas, el momento más caótico fue al principio. Nunca me había pasado de componer y trabajar en varios temas a la vez, casi de manera compulsiva. Era una época de aislamiento total, y la mejor manera de sobrellevarlo fue componiendo canciones.
Sin romantizar el encierro, lo cierto es que en ese momento estaba muy inspirado. Me recordó a una etapa de hace años con la pintura: en un momento de ánimos bajos, pasaba las tardes en la casa de mi abuela Virgilia, una gran artista plástica, pintando cuadro tras cuadro, incluso tres a la vez.
Mientras uno se secaba, le daba pinceladas a otro. Algo similar fue el proceso creativo de "Esplendor".
Con el iPad y un piano Rhodes hice todos los demos, y junto a Mariano Romano, con quien compongo, tuvimos incontables videollamadas llenas de delay, pero logramos dar vida a un montón de canciones.
Aun así, creo que las canciones no tienen pasado; tienen vida propia. A veces olvido el contexto en el que fueron creadas, porque con el tiempo adquieren nuevos significados, cada vez que las interpreto o las vuelvo a escuchar.
Por eso, muchas ideas musicales que no se concretan en su momento pueden retomarse años después y encontrar su forma definitiva.
Después vino el caos de la grabación en el estudio: las restricciones, la paranoia, grabar en modo Howard Hughes, usando los barbijos como antipop para los micrófonos.
También estaba el desafío de coordinar los horarios y posibilidades de los músicos, sumado al caos personal de las relaciones en medio de todo, el miedo y la incertidumbre.
Fueron muchas etapas. Con el tiempo fuimos avanzando, sacando los EPs, haciendo los videos, completando el concepto y, a la vez, viendo cómo la película del mundo iba mutando. Un proceso intenso, pero muy interesante.
-La música muchas veces permite viajar sin moverse del lugar. Si "Esplendor" fuera un destino, ¿qué paisaje o escenario creés que representaría mejor su sonido y su esencia?
-Hace poco vi “Megalópolis”, la nueva película de Francis Ford Coppola, y me encantó. Encontré muchas similitudes con la idea y el concepto de “Esplendor”: una civilización antigua traída al presente, pero en decadencia.
Un imperio al borde del colapso, listo para renovarse con una nueva tecnología ¿humana, alienígena? No lo sabemos. Si "Esplendor" fuera un destino, sería un paisaje de civilizaciones antiguas, como Egipto o Roma en su momento de máximo esplendor, seguido por su inevitable decadencia y ruina.
Luego, de esos escombros, surgiría una nueva civilización, híbrida entre lo analógico y lo digital. Podría estar en la Tierra, en otro planeta o incluso en el espacio.
Y todo esto atravesado por el filtro de las estaciones del año, reflejando los cambios de ánimo y el estado de las personas en cada una de ellas. Esa es la esencia del disco.
-Hay una constante en tu obra: el abordaje de mundos sonoros fuera de lo común. ¿Cómo definirías tu propia galaxia musical y qué elementos son indispensables en ella?
-Sí, he explorado muchos paisajes sonoros y visuales, junto con las bandas que me han acompañado y los artistas con los que he colaborado.
Tanto así que empiezo a pensar que lo mío se está convirtiendo en un imaginario, un concepto que me fascina y que tomo prestado de artistas como Jim Henson o George Lucas.
Cada nuevo hito es como un castillo vagabundo que se expande con el tiempo, y me gusta verlo así.
En cuanto al sonido, mis influencias están a la vista de todo el mundo, pero siempre parto de una base: hacer una buena canción.
No creo que nunca me conforme con la canción perfecta; siempre voy a estar en esa búsqueda, en esa cruzada.
-Abrir el show de Fito Páez en el Auditorio Nacional fue un gran logro. Si tuvieras que elegir una canción de "Esplendor" que mejor represente ese momento, ¿cuál sería y por qué?
-Abrir el show de Fito Páez en el Auditorio Nacional de Ciudad de México fue una experiencia increíble. Ojalá sea la primera de muchas. Voy a tocar a México desde 2015 y he pasado por todo tipo de escenarios hasta llegar a este.
Fue un gran logro no solo para mí, sino para todo el equipo que me ha acompañado a lo largo de estos años y para la banda que ha estado conmigo desde aquel primer viaje.
Subirme a un escenario con tanta historia, donde han tocado artistas míticos, y además abrir el show de Fito, quien claramente marcó mi camino musical, fue un regalo de la vida.
Si tuviera que elegir una canción de "Esplendor" para representar ese momento, sería "Esplendor (Volumen 4)", un tema épico que celebra la música y el acto de seguir el camino de la melodía. Y, ¿quién mejor que Fito Páez para hablar de melodías y acordes?
Sin embargo, la canción que realmente representó nuestro show fue “En Ruta”, del primer disco, una canción compuesta íntegramente por Mariano Romano. La tocamos de manera improvisada al final del set porque, el mismo día del show, nos extendieron el tiempo sobre el escenario.
“En Ruta” habla del trabajo de los músicos, de viajar con la música, de las noches mal dormidas y las comidas rápidas, pero siempre con la misión de llevar la armonía y la melodía como bandera, sin importar el destino.
Fue un cierre perfecto, casi como una reflexión después de tantos años de trabajo incansable.
-Siempre se habla de la evolución de un artista, pero ¿qué aspecto de vos mismo sigue intacto desde tus primeros discos hasta hoy?
Lo que sigue intacto es el alma. Como en el álbum de Led Zeppelin, "The Song Remains the Same", la canción sigue siendo la misma, pero se transforma con cada interpretación.
Esa energía extra, a veces sobrehumana, de ahí el título de mi disco anterior, “La bestia de la energía”, es la que te impulsa a conectar con la gente, a recorrer miles de kilómetros para tocar esa misma noche y, al día siguiente, repetir la experiencia en otro lugar.
La gira te da eso, y me encanta. Por ahora, no me canso de hacerlo. A todo esto es a lo que he dado por llamar "La Vida Marciana".
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