La inflación a nivel mundial se ha convertido en un problema inesperado para países acostumbrados a que los precios, durante años, se mantengan en los mismos niveles. No es el caso de Argentina, donde la situación se ha extendido en el tiempo.
El medio estadounidense dedicó un artículo a lo que está pasando en Argentina.
La inflación a nivel mundial se ha convertido en un problema inesperado para países acostumbrados a que los precios, durante años, se mantengan en los mismos niveles. No es el caso de Argentina, donde la situación se ha extendido en el tiempo.
En el diario The Wall Street Journal (WSJ) lo saben, y por eso abordaron el nivel de inflación de Argentina con un artículo publicado el pasado lunes. “¿La inflación te deprime? Al menos no vives en Argentina” (Inflation got you down? At least you don’t live in Argentina, en inglés).
“Los ciudadanos afrontan la segunda tasa más alta del mundo acumulando papel higiénico y gastando sus sueldos inmediatamente”, afirman los periodistas Silvina Frydlewsk y Juan Forero. Con la cita a un comerciante (de nombre Jonathan Faez), la nota describe el escenario en el que hoy se mueve la economía argentina.
“Bienvenido a Argentina, donde la alta y casi incontrolable inflación -que se estima en un 55,1% en el último año- es tan natural como la carne y los sensuales espectáculos de tango”, dice la nota.
“Mientras el resto del mundo experimenta una mayor inflación -producto de la contracción de la cadena de suministro, del fuerte gasto en estímulos y de la guerra en Ucrania-, Argentina ofrece una especie de ventana para aquellos que se preocupan por lo alto que llegará la inflación y lo que significará para su vida cotidiana”, agrega.
“A finales de los ‘80, el gasto público desbocado disparó la inflación por encima del 3.000%, y luego de un período de relativa estabilidad la cifra ha vuelto a subir, alcanzando el 6,7% sólo en marzo, la más alta en 20 años”, afirman desde el medio estadounidense.
Estrategias
Según describe el diario, la mayoría de los argentinos han desarrollado “estrategias para hacer frente al aumento de los precios”. Por ejemplo, afirma que el dinero en las cuentas bancarias es rápidamente sacado de ahí y utilizado.
“La gente busca cambiar sus pesos por dólares, que proporcionan protección contra la inflación”, es otra de las afirmaciones, que se completa con la aseveración de que los argentinos “no dudan en solicitar préstamos, que con el tiempo resultan más fáciles de devolver”.
Aparece en la nota Yolanda Mastripólito, una abogada de 70 años. Ella dice que, para escaparle a la inflación, paga sus impuestos con retraso, sabiendo que si se retrasa puede cubrir la factura con menos dinero. “Y al igual que otros argentinos, aprendió que el gobierno no le cobrará intereses por una factura vencida”, afirman.
En otra parte del artículo, Melanie Lichtensztejn, una estudiante universitaria de 24 años, dice que acopia papel higiénico.
“Compré todo el papel higiénico que pude para el mes. Más de 20 paquetes”, dijo y agregó: “Intento comprar todo lo que puedo porque sé que el mes que viene me costará más comprar”.
Nuevas monedas
WSJ también publicó que es normal ver escenas callejeras en Buenos Aires en la que “algunos trabajadores cobran ahora en criptomoneda en lugar del volátil peso”.
Con la caída del peso y el aumento de la inflación, los trabajadores cobran y ahorran cada vez más en criptodivisas.
“Prefieren un activo volátil como el Bitcoin frente al peso, porque saben que siempre van a perder”, dice Damián Di Pace, de Focus Market Consultancy, en Buenos Aires.
Los argentinos que no se han aficionado al bitcoin buscan otras formas, a veces ingeniosas, de estirar su atribulado peso.
Raúl Ramos, de 36 años, trabajador de la construcción, dice que él y su mujer están pendientes de las rebajas en Carrefour.
“Vengo a Carrefour a buscar rebajas de entre el 25% y el 50%”, dice, y explica que en el inicio del año escolar todo, desde los libros hasta las mochilas y los cuadernos, era tres veces más caro que el año pasado. “No lo hago para ahorrar. Lo hago para tener dinero a final de mes. Estoy acostumbrado a la lucha”.