El 20 de febrero de 2025 terminó de confirmarse lo que ya era evidente. Todo el mundo pudo observar, en vivo y en directo -como se dice en la jerga televisiva-, el proyecto deshumanizador terrorista que ha llevado adelante el grupo Hamás en la Franja de Gaza. Formando parte del intercambio de secuestrados, un hombre y una mamá con sus dos hijos pequeños todos muertos, fueron devueltos a Israel.
El Hamás organizó un acto "proselitista" que tuvo en las tribunas como público gran cantidad de niños y adolescentes gazatíes. ¿Esto es válido, realmente, como parte del proyecto educativo para la liberación?
¿Todos aquellos que se rasgan las vestiduras por los sufrimientos de los niños gazatíes podrían decir que presentar cuatro cajones con personas que fueron secuestradas y torturadas por más de un año es una "propuesta superadora" para desarrollar el análisis crítico del público menudo?
Vuelve a ser evidente que el proceso de colonización mental que llevó adelante el Hamás en un periodo de casi veinte años ha sido un éxito y que el huevo de la serpiente explotó el 7 de octubre de 2023. Y el veneno de esa serpiente corre por las venas de muchos gazatíes, no solo por las del Hamás.
Esa es la realidad. Observamos una película de terror que no es ficción y que está ocurriendo hoy a apenas a unos cientos de metros del límite del territorio israelí.
El mundo debe comprender que el sentido común es inexistente en Gaza y es de lamentar para aquellos que consideramos que los más vulnerables, las mujeres, los niños y los ancianos no deberían formar parte del séquito de los energúmenos del Hamás (aclaro, una de las acepciones de energúmeno es "poseído por el demonio").
La confianza y la condescendencia han ido desapareciendo en gran parte de la sociedad israelí. Lo que priva ahora es la prevención y "mano dura", ya que es el medio por el cual se pueden mejorar las condiciones de seguridad.
Esta actitud es el resultado de mirar hacia atrás y confirmar una vez más que todas las propuestas que se han ofrecido a los diferentes representantes de la autoridad palestina han llevado a una sola conclusión, la que expresa textualmente: "No aceptamos ningún tipo de acuerdo y no reconocemos la existencia de Israel".
El disfraz de los guerrilleros del Hamás con atuendos que cubrían todo su cuerpo solo demuestra una sola cosa: terror a ser reconocidos, ya que tarde o temprano quien sea reconocido pasará a ser un objetivo militar más para ser eliminado.
Haciendo un poco de historia, desde 1964, año en el que se estableció la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), comandada por Yasir Arafat, se firmó un acuerdo en donde los recién autodenominados palestinos se comprometían a realizar los pasos necesarios para llegar a constituir un Estado en el periodo de cinco años. ¿Alguien lo hizo? ¡No!
Desde esa fecha lo que el mundo ha podido observar es la permanencia en el tiempo de organizaciones pseudo gubernamentales indicadas por todos los organismos internacionales entre las más corruptas del mundo. Desde ese momento las poblaciones árabes que vivían en el West Bank se comenzaron a llamar así mismos "palestinos".
Ahí comienza la historia de los palestinos. Las hordas de Arafat con el tiempo evolucionaron hacia la Autoridad Palestina, que con el correr de los años perdieron el control de Gaza a manos del Hamás.
Lo que vimos en las tribunas infantiles, a modo de morbosidad dantesca, son "pichones de monstruos". No hay duda que el Hamás tiene que desaparecer de la faz de la tierra, podemos equipararlo con el Daesh (Estado Islámico de Irak y Siria) o con el grupo Boko Haram en Nigeria.
El sábado 22 de febrero Hamás entregó otros seis secuestrados y como manifesté anteriormente se avizora en un futuro cercano que si la lista de intercambios se concreta con éxito se llegará al fin de la garantía de seguridad que todo el periodo de intercambio ha representado para el Hamás.
Con el objetivo de devolución se han liberado ya de las cárceles israelíes cientos de asesinos; se ha detenido la guerra y se ha aumentado el ingreso de suministros de insumos múltiples a la franja, incrementándose el aporte de combustible y electricidad, de agua, medicamentos y alimentos (la lista es infinita).
¿Alguien se ha preguntado si algún otro país en guerra ha alimentado al agresor estando en dicha situación, como lo realiza Israel, en medio de este conflicto bélico, desatado por Hamás con su agresión del 7 de octubre de 2023? ¡Nadie!
Y agrego un dato espeluznante: de acuerdo a las evaluaciones forenses se determinó que los dos niños recuperados fueron asesinados los primeros días de la guerra y que en lugar del cuerpo de la madre los restos devueltos al principio eran los una mujer gazatí.
Por eso, si nos atenemos a las falacias expresadas por el Hamás, que dijo que los muertos entregados habían fallecido a causa de los bombardeos israelíes, lo cierto es que murieron porque fueron secuestrados y mantenidos en cautiverio por ellos.
Obviamente, lo acontecido escapa a la imaginación de aquellas personas menos sensibles. Así de simple. La relación conflictiva árabe-israelí de antigua data ha sufrido en el transcurso de los años múltiples traspiés debido muchas veces a las políticas equivocadas de los dos lados.
Pero existe un detalle que hay que resaltar: los dirigentes árabes -sin distinción- han logrado instalar un "mito" o "relato" en sus dirigidos: hacerles creer que la única salida es soñar con la instalación de una Gran Nación (Árabe) que no contemple la existencia del Estado de Israel.
Ese, particularmente, ha sido el fertilizante para que la radicalización anti-israelí floreciera, con los resultados a la vista.
Y esa también es la moraleja que deja esta historia: a ambos lados de la frontera, lo que se puede observar es que solo del lado israelí se intenta abonar un futuro mejorador por múltiples vías, siendo conscientes de que los paradigmas obsoletos deberán ser replanteados a rajatabla.
(*) Santafesino radicado en Israel desde 2002.
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