Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? Espero que bien. Para comenzar mi reflexión, hago la siguiente pregunta. ¿Piensa ustedes que Jesús ha venido al mundo para fundar una nueva religión? ¿Piensa ustedes que el cristianismo es una religión más?
En el tiempo de Jesús había muchas religiones, pero lamentablemente no siempre cumplían con su finalidad. En vez de ayudar al hombre a comunicarse con Dios, con frecuencia empobrecían su relación con el creador.
Lo importante no es cumplir fielmente con ciertos ritos exteriores inventados por el hombre; lo importante es vivir arraigados en Dios.
27 de diciembre de 1983. Juan Pablo II visita y perdona al turco Ali Agca, quien meses antes había intentado matarlo. Archivo El litoral
Comienzo con esta pregunta porque, lamentablemente, hoy también nosotros en muchos casos hemos convertido la enseñanza de Jesús en un montón de prácticas cristianas, ritos y devociones, olvidándonos de lo esencial del Evangelio.
Y lo esencial del cristianismo hace referencia a un nuevo estilo de vida, donde el Mandamiento del Amor ocupa el lugar central.
En el evangelio de hoy Jesús presenta unas exigencias muy altas, nos dice: "Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen. No juzguen y no serán juzgados. No condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados". Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
¿Es posible poner en práctica estas afirmaciones de Jesús? ¿Es posible perdonar, siempre? ¿Es posible no juzgar, no condenar? ¿Se puede perdonar todo? Son preguntas difíciles porque no somos ángeles y no estamos viviendo entre los ángeles. Para ejemplificar lo dicho les cuento la siguiente historia:
"Dos amigos iban caminando por el desierto. En algún punto del viaje comenzaron a discutir y uno de ellos le dio una bofetada al otro. El amigo lastimado, sin decir nada, escribió en la arena: 'Hoy, mi mejor amigo, me dio una bofetada'. Siguieron caminando hasta que encontraron un oasis donde decidieron bañarse. El amigo que había sido abofeteado, comenzó a ahogarse, pero su amigo lo salvó. Después de recuperarse, escribió en una piedra: 'Hoy, mi mejor amigo, salvó mi vida'. El amigo que había abofeteado y salvado a su mejor amigo preguntó: ¿Por qué cuando te lastimé escribiste en la arena y ahora lo haces en una piedra? El otro amigo le respondió: cuando alguien te lastima, debes escribirlo en la arena donde los vientos del perdón puedan borrarlo. Pero cuando alguien te hace algo bueno, debemos grabarlo en piedra; donde ningún viento pueda borrarlo".
Qué linda y maravillosa es la enseñanza de esta historia. Por eso sigo preguntando: ¿Por qué debo perdonar? Porque hay muchas personas que no perdonan. Y hay otras que afirman: "Yo perdono, pero no olvido". Hay muchas razones para perdonar, me permito señalar solo algunas:
Primero, debemos perdonar porque nosotros también pecamos, también juzgamos y también condenamos; no somos tan inocentes, o tan perfectos como a veces nos creemos. Con frecuencia pensamos que los que deben cambiar son los demás y, sin embargo, como dice el poema, si yo cambiara mi modo de ser y actuar, cambiarían muchas cosas.
Segundo, debemos perdonar porque el perdón divino está condicionado por el perdón humano. En la oración del Padre Nuestro decimos: "(...) Y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Si no perdono... ¿Cómo puedo pedir perdón a Dios?
Tercero, el motivo más profundo del perdón está en el evangelio de San Mateo, en el capítulo 25, cuando dice: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Perdonar es difícil, es verdad, pero es posible. Por eso mismo quiero recordarles otra historia, relacionada con el "Papa Polaco", Karol Wojtyla (1920-2005):
"El miércoles 13 de mayo de 1981, el papa Juan Pablo II sufrió un atentado de la mano del turco Mehmet Ali Agca. Una vez recuperado, poco más de un año más tarde, se fue hasta la cárcel romana para visitar al hombre que no llegó a asesinarlo. Nadie sabe de lo que hablaron los dos, pero una cosa es cierta: el mundo entero quedó conmovido viendo el abrazo de los dos. El perdón reconcilia, sana, hace nueva nuestra convivencia y relación con los demás".
Mis queridos Amigos. Pensemos un poco en nuestra vida. ¿Cuáles son nuestras relaciones con los demás y nuestros actos de perdonar? Porque triste seria pasar de este mundo a la casa de Dios no reconciliados o peor todavía, peleados con los hermanos. Que Dios nos bendiga.
El perdón más célebre
Mehmet Ali Agca, un miembro de los Lobos Grises turcos, disparó contra Juan Pablo II cuatro veces mientras este se desplazaba por la plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano en un vehículo abierto (después de este episodio empezaron a utilizar "papamóviles" vidriados o blindados para mayor seguridad).
El pontífice resultó gravemente herido en la mano, el brazo y el abdomen, perdió bastante sangre y tuvo que ser hospitalizado. El 27 de diciembre de 1983, Karol Wojtyla, ya recuperado y nuevamente en actividad pontificia, visitó a su agresor en la cárcel de Rebibbia (en las afueras de Roma), conversó con él y le otorgó el perdón.
Algo más de tres décadas más tarde, el 27 de diciembre de 2014, para ser precisos, Ali Agca visitó la tumba de Juan Pablo II en la basílica de San Pedro y depositó un ramo de rosas blancas.
"Vine hoy porque es el día de mi encuentro con el papa", declaró Ali Agca, aludiendo a la visita que le hizo el Santo Padre en su celda en Italia, hacía treintaiún años, al poco tiempo del intento de asesinato. Se trata del que muchos consideran como "el perdón más célebre de la historia".
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