Tres fuentes documentales de comienzos del siglo XIX nutren nuestro pasado. Las memorias de Domingo Crespo publicadas por Manuel Cervera en su historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, relata los hechos acontecidos desde el 25 de mayo de 1810 hasta el 21 de diciembre de 1851, fin del gobierno de Pascual Echagüe.
El diario de Manuel Ignacio Diez de Andino, vecino propietario de la casa ocupada actualmente por el Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López, abarca el período 1815-1822. Y los "Apuntes para la Historia de Santa Fe", de Urbano de Iriondo editado en 1871, constituyen los relatos históricos que cubren los primeros años de la vida independiente santafesina.
Félix G. Barreto, al trazar una semblanza de Urbano de Iriondo, recuerda que cuando este estaba en funciones en el Cabildo ocurrió el "episodio del tigre" (yaguareté). Fue el 18 de abril de 1825, en el claustro de San Francisco, electrizándonos y manteniéndonos en vilo, hasta alcanzar "el drama de sangre" el desenlace final.
Como antecedentes de Memorias oficiales se encuentran las memorias o informes de Jonás Larguía y de G. Wilcken sobre el estado actual de las colonias, ambas de 1872; la Memoria o Informe del Inspector de Colonias Víctor Bouchard presentado al ministro de gobierno Yáñez en el año 1882, garantizando la veracidad de la información por la metodología utilizada; y la Sinopsis histórica para el Primer Censo de la Provincia de Santa Fe de 1887 elaborada por su mismo director Gabriel Carrasco y por Ramón J. Lassaga; y hacia 1899 la primera Memoria del Director del Registro Civil de la Provincia Ulises Mosset.
Ramón J. Lassaga en 1881 había publicado la biografía de Estanislao López. Y en 1895 edita "Tradiciones y Recuerdos Históricos". Allí relata que en 1725, Francisco Godoy condujo a los restos de la tribu Calchaquí, interponiendo entre ellos y los naturales que los perseguían, el río Paraná por una parte y el Carcarañá, que eran para los Guaycurúes una barrera inexpugnable.
Godoy con su familia y su suegro Nicolás Martínez con la suya, alzaron sus viviendas en aquel sitio, sitio aumentado con nuevos pobladores al poco tiempo.
Erigido en 1731 el curato lo ocupó el sacerdote Ambrosio de Alzugaray quién logró que los indígenas le cedieran la imagen de la Virgen del Rosario.
Colocada en el oratorio la nombró patrona del lugar, y el pueblo que le rendía culto se llamó desde entonces Capilla de Nuestra Señora de los Arroyos. Citando al doctor Zeballos agrega: "su nombre, nacido de la casualidad… viene envuelto en los celajes de la fantasía popular inspirada por el fervor religioso".
En el año 1899 aparece el estudio histórico titulado "La Ciudad de Santa Fe. Sinopsis para la obra del Censo Nacional" escrita por Floriano Zapata.
Al comienzo de la obra destina "una palabra" para aclarar que del estudio histórico de la provincia de Santa Fe y cuadro sinóptico de su capital, que por decreto del gobierno del señor Leiva fue encomendado para la obra del Censo Nacional, al doctor don Ramón J. Lassaga y a él, puede verse en el folleto la parte que modestamente le corresponde, único testimonio de su obra, que nos ha quedado.
Floriano Zapata nació en Paraná, Entre Ríos hacia 1840. Cursó estudios secundarios en el colegio de Concepción del Uruguay. Colaboró como periodista en El Litoral -el periódico fundado en 1862 por Evaristo Carriego- y en El Eco de Entre Ríos.
En 1869 fue encargado de la formación del Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe. Como funcionario fue subsecretario del ministro Pedro C. Reyna en 1885, vinculado a él desde el colegio de Concepción del Uruguay.
En la gestión del gobernador doctor José Gálvez, el ministro Juan M. Cafferata le encargó la impresión del registro oficial de la provincia de Santa Fe. El periódico La Revolución lo contó como jefe de redacción hacia 1887.
En la época en que se discutió la creación de la Universidad de Santa Fe era senador provincial. En dicha universidad actuó como profesor de Literatura General y escribió ensayos sobre Urquiza y sobre los periódicos del Plata que perecieron en el incendio que referiremos.
Recopiló y prologó el volumen de Evaristo Carriego "Páginas dispersas", con quién mantenía relación desde la época de estudiante con su padre, en el colegio de Concepción del Uruguay, lo mismo que con Onésimo Leguizamón, y Olegario V. Andrade.
J. Emiliano Sánchez, periodista de la Unión Provincial, se pregunta sobre Zapata: "¿Era periodista? ¿Escritor? ¿Publicista? Pues eso es todavía vulgar. Muchos lo hacen y alcanzan tales honores.
Lo que ha sido Floriano es otra cosa. Ha sido una conciencia libre, una razón repasada y serena, un ariete intelectual en los conflictos y hechos de su vida pública. Artículos suyos hubo que valieron por una batalla".
En el incendio de su biblioteca personal desaparecieron "La Historia de los periodistas del Plata" y "Vida anecdótica del general Urquiza". Con estas obras inéditas se perdió también la colección de sus trabajos literarios y gran parte de su correspondencia con los políticos, periodistas y literatos de algún renombre que ha tenido el país en la última mitad del siglo XIX.
Al parecer el incendio habría sobrevenido por una venganza de tipo pasional, ejecutada el día de la boda de Floriano Zapata con Esmeralda Rodríguez Galisteo.
La obra revela por parte del autor una idiosincrasia propia del modo de "ver la vida" y de "hacer las cosas" de una persona libre y que se siente libre, con la única obligación terrenal de tener que acudir a referencias estadísticas o matemáticas.
Es el "ingrato y árido trabajo" la óptica cuantitativa, pero lo soslaya en mil vericuetos donde encuentra el gozo de la expresión, escrita desde una óptica cualitativa.
Su forma de vida le ocasionó la pérdida de un patrimonio invalorable como eran los textos de sus obras, lamentablemente perdidas en el incendio de 1902, que indudablemente pesó sobre su propio fin, ocurrido un año después de su casamiento y del incendio.
Desde el punto de vista de la crónica rescata hechos y situaciones; lugares, sitios y monumentos; especies y especímenes que en muchos casos se constituyen en referencias únicas.
Del entramado de relaciones sociales deviene la posibilidad de haber sido convocado para la obra del censo, pero de ese entramado de relaciones sociales también pudo haber venido su desplazamiento.
Desde el punto de vista historiográfico se pronuncia por la "historia a la menuda", que sesenta años después llevaría a George R. Stewart en 1959 a hablar de "microhistoria".
Y encuentra el sitio adecuado para citar a su colega el doctor Lassaga cuando relata los avances que realizó el jesuita Suárez, en el modesto observatorio de la Asunción del Paraguay, "estudiando las constelaciones del hemisferio austral".
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos en el año de su 90° Aniversario (1935 -2025)
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