"Hola César, soy Francisco": la historia del carpintero que recibió el llamado del Papa
Sacudido por el fallecimiento del sumo pontífice, César Cravero, de la ciudad de San Jorge – departamento San Martín –, recordó el momento en que se atrevió a escribirle una carta y enviarle una percha de regalo, razón que motivó el humilde gesto de Jorge Bergoglio. “Hoy me duele en el alma”, expresó entre lágrima.
De profesión carpintero, y por intermedio del obispo de Santa Fe Sergio Fenoy, Cravero tomó el valor de enviarle una carta y una percha confeccionada con sus propias manos al sumo pontífice.
Tras el fallecimiento del Papa Francisco miles de historias comenzaron a viralizarse. En la ciudad de San Jorge, César Cravero se atrevió a enviar una carta al Vaticano acompañada de un obsequio hecho con sus propias manos dirigida al sumo pontífice.
Al tiempo un sorpresivo llamado lo hizo temblar.
“Pasaron ocho meses, sonó el teléfono, atendí y pregunté quién era. Soy el Papa Francisco, me dijo. No lo podía creer”, confesó en diálogo con este medio. La historia no concluyó allí. A los pocos días, el propio Jorge Bergoglio le hizo llegar una postal escrita de puño y letra junto a un crucifijo.
Muestra de humildad
Se trata de una muestra de humildad de las tantas que tuvo el Papa Francisco como máxima autoridad del catolicismo.
La artesanía estaba hecha con madera de pinotea que databa de 1892 donde corría trigo en el histórico Molino Bruning de la ciudad de San Jorge. “Tenía un dibujo hermoso. Adjunté la carta que le había escrito y se la mandé. En ese momento estábamos en plena pandemia”, recordó.
La conversación duró varios minutos. Incluso le pidió que si algún día visitaba Argentina que llegue a San Jorge.
Pasaron 8 meses de aquella encomienda y, una mañana, todo cambió. El sonido del teléfono fijo de Cravero sonó y del otro lado una voz lo dejó atónito.
“Hola César, soy el Papa Francisco”, se escuchó del otro lado. “Sinceramente creí que era una joda. Pero me leyó la carta y ahí caí. Me empezaron a temblar las piernas. Es una emoción inexplicable. Uno no está preparado para recibir esa noticia”, indicó.
Pedido
La conversación duró varios minutos. Incluso le pidió que si algún día visitaba Argentina que llegue a San Jorge. Antes de cortar, desde el Vaticano llegó la bendición para Cravero. Pero no todo concluyó allí.
“Me pidió que recemos por él. Y cuando estaba por colgar le dije: nadie me va a creer que hablé con usted”, recordó. La respuesta fue inmediata: “Tengo una postal al alcance de la mano y te la voy a mandar”, replicó Francisco.
La emoción desbordó al sanjorgense. Así, corrió hasta la iglesia de la ciudad para contarle su experiencia al párroco local. “Le dije al cura lo que había pasado y nos dimos un largo abrazo”.
Cinco días después, el teléfono volvió a sonar en la casa del carpintero. Desde la Embajada del Vaticano en Buenos Aires se comunicaban para avisar que había una encomienda de Santa Marta.
Cinco días después, el teléfono volvió a sonar. Desde la Embajada del Vaticano se comunicaban para avisar que había una encomienda de Santa Marta.
Al anoticiarse del fallecimiento del Papa el pasado lunes, a Cravero lo invadió el dolor. “Haber hablado con él es una satisfacción muy grande para el alma. Es algo que no tiene explicación. Hoy siento una tristeza muy profunda. Me duele en el alma”, concluyó entre lágrima.
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