“¿Es el mal algo que uno es? ¿O es algo que uno hace?”. En 1991 se publicó la novela “American Psycho”, de Bret Easton Ellis. Muy pronto se convirtió en epicentro de controversias y discusiones debido a su contenido violento y misógino. Básicamente, narra la vida de Patrick Bateman, un joven banquero de inversiones en Nueva York que lleva una existencia superficial, marcada por el consumismo extremo, la ambición desatada y la violencia.
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Usando la primera persona, Ellis desarrolla una crítica a los aspectos más oscuros del capitalismo de los años ‘80. Bateman es un yuppie que se preocupa más por las marcas que consume que por las vidas que destruye. Así, es un símbolo de la deshumanización que caracterizó esos años. “Tengo recursos para dar y vender. Soy creativo, soy joven, no tengo escrúpulos, estoy motivado a tope, soy ingenioso a tope. En esencia lo que digo es que la sociedad no puede permitirse el lujo de prescindir de mí. Soy una buena inversión”, señala Bateman en uno de sus monólogos.
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Peter Boxall, profesor adjunto de Literatura Inglesa en la Universidad de Sussex sostiene que “no hay en la novela ningún intento de adoptar una postura moral respecto a Bateman y a la cultura a la que pertenece. Pero lo extremado de la violencia y el modo impasible de describirla, confiere a la escritura una dimensión extraña y etérea, que es lo más aproximado a una ética o a una estética que puede permitirse la novela. Aunque Bateman intenta comprender por qué le ha correspondido a él semejante maldición, no es capaz de formularse a sí mismo sus propias miserias o su propia confusión”.
Pasaje a la pantalla
“American Psycho” fue adaptada al cine bajo la dirección de Mary Harron, que poco antes había dirigido “Homicide: Life on the Street”, una serie policial acerca del trabajo de una unidad de homicidios en un departamento de Policía de Baltimore. El actor Christian Bale, antes de convertirse en el nuevo rostro de Batman post Michael Keaton y Val Kilmer, asumió el papel protagónico de Patrick Bateman, en uno de los desafíos más importantes de su carrera. La película se estrenó en el Festival de Cine Sundance el 21 de enero de 2000, hace justo 25 años.
La cuidada estética visual contrasta con la brutalidad del contenido que se muestra. Aunque son lenguajes diferentes, para emular de la mejor manera posible el sentido de la novela original, las escenas están diseñadas para mostrar el vacío emocional del protagonista, que asesina con la misma naturalidad que realiza el resto de sus actividades. La película, en sintonía con la novela, supone una crítica incisiva al materialismo y superficialidad del mundo corporativo. “Me siento como un monstruo contemporáneo envuelto en una malsana envidia y un materialismo feroz”, dice Bateman.
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Michael Thomson, en la BBC, la describió como “la mejor película sobre un monstruo que ha aparecido en años”. La definición es precisa, Bateman tiene elementos en común con otros personajes célebres del cine. Con Norman Bates, de “Psicosis” (1960), comparte una fachada de normalidad y encanto social que oculta un alienado violento. Con Hannibal Lecter de “El silencio de los inocentes” (1991) la inteligencia calculadora y el gusto por los gestos macabros elevados a la condición de arte. Y con Gordon Gekko, de “Wall Street” (1987) su obsesión con el poder, la riqueza y las apariencias.
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A lo largo de los 25 años que pasaron desde la primera vez que tomó contacto con el público, “American Psycho” creció hasta convertirse en un ícono cultural. La figura de Patrick Bateman fue reinterpretada en diversas formas dentro del arte y la moda, simbolizando el éxito y la decadencia moral. Su famosa escena sobre tarjetas de presentación es un referente del cine moderno.
Influencias posteriores
Varias películas posteriores son, en algún punto, deudoras de “American Psycho”. “El maquinista” (2004), también protagonizada por Christian Bale, comparte su viaje al interior de una mente perturbada de un hombre que sufre insomnio y culpa. “La piel que habito” (2011) de Pedro Almodóvar, mezcla horror psicológico, identidad y control, elementos que conectan con “American Psycho”. Y “El lobo de Wall Street” (2013) tiene vínculos en el exceso y la moralidad cuestionable del mundo financiero.
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Parece evidente que tanto la novela como su adaptación cinematográfica son un reflejo de las ansiedades sociales de su tiempo. Pero también un llamado a pensar los valores y comportamientos que persisten en las sociedades actuales. Los peligros del materialismo extremo y la desconexión emocional siguen tan presentes como hace un cuarto de siglo. Tal vez por eso, el director Luca Guadagnino tiene previsto estrenar, en 2026, una nueva adaptación de la novela de Bret Easton Ellis, protagonizada en este caso por Austin Butler.
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